lunes, diciembre 27, 2010

Enter the Void en el Gaumont - Parte IV

Mi nuevo amigo, el francés...

2 de diciembre del 2010. Ahí estaba yo con Ornella en la cola del Gaumont, y las dos entradas en la mano. Adelante mió había un francés que hablaba en un español bastante entendible. Se preguntarán por qué le dedico todo este apartado a un francés cualquiera, y es simplemente porque este francés no era como los demás franceses: Este francés era copado.
- ¿Viste quien paso recién?… – Me preguntó Ornella. – tu ídolo -. Le asentí y le conté que ya lo había visto adentro del cine. Me quede clavado con la palabra ídolo en la cabeza. No podría considerar a Gaspar Noé mi ídolo… A un ídolo se lo sigue ciegamente y sin importar lo que piense, uno cree que todo lo que hace o dice esta bien… Maradona es por ejemplo un ídolo para mucha gente (quizás ahora no tanto después de su rotundo fracaso en el último mundial)… Jesús es un ídolo para los católicos que protestaban en la plaza de enfrente, por ejemplo… Gaspar Noé, en cambio, es un director al cual admiro, simplemente porque considero que piensa y realiza cosas con una perspectiva similar a la que yo tendría. En definitiva se podría decir que en el fondo, todos somos nuestros propios ídolos, o quizás… nuestros ídolos son quienes hacen que seamos como somos desde chicos. Si es así, probablemente uno de mis grandes ídolos sea mi ya difunto abuelo.
- ¿Esta cola es para ver la película Enter the Void, no? – Interrumpió mi línea de pensamiento, con su español entendible, el francés copado.
– Sí, sí – Le contesto Ornella, y le dijo que si quería sacar la entrada, tenía que ir adentro y después volver a la cola.
Si no mal recuerdo, el francés ya había sacado la entrada y nos la mostró. Si recuerdo mal, fue a sacarla y le guardamos el lugar. La cuestión es que finalmente volvió a su posición en la fila y prosiguió con su charla:
- Me gusto mucho su anterior película, Irreversible… muy fuerte. – Asentí con la cabeza y luego siguió. – Yo conozco al padre de Gaspar, y hoy quería conocerlo a él… ¿Saben si esta por aquí? – Algo así fue lo que dijo. Ornella y yo asentimos. Para ese momento, Noé había entrado y salido del cine como quichicientas veces, y había pasado por al lado del francés esa misma cantidad numérica de ocasiones. Sin embargo, él no lo había reconocido.
- Paso por acá recién – Le dijo Ornella. – Es fácil ubicarlo, es igual al padre, de hecho… allá está. – Ornella señalo a Noé, que salía nuevamente del cine, y este la miro por un instante con algo de asombro. El francés sin embargo no lo vio hasta que pasó de largo, y ni bien lo identifico, comenzó a perseguirlo. Finalmente logro alcanzarlo, a una distancia considerable, sea porque Gaspar caminaba muy rápido o el francés caminaba muy lento. Una vez que lo logro alcanzar, le dio la mano y hablaron unos instantes. Luego el francés volvió a la cola y nos comenzó a contar de como había conocido a Felipe en una exposición en Francia.
- La madre de Gaspar, es una buena señora, trabajaba en esta organización no gubernamental que protege a los niños, ¿como es que se llama? -
- ¿La UNICEF? – Le pregunté yo. El asintió y dijo “Exactamente… es una muy buena mujer”. Luego su atención fue atraída por la vidriera de una panadería. Es sabido que los franceses tienen una debilidad natural por el pan. Por eso no es raro que tengan los mejores panes del mundo: La baguette, el pan flaute, el grissine, etc. Este francés, como todo buen francés, se vio tentando por las medialunas argentinas.
- Voy a comprar algunas cosas – Nos dijo señalando la panadería, y acá es donde el tipo se gano mi mas profundo afecto – ¿Quieren que les compre algo? -.
Le agradecimos y le dijimos que no. En el caso de Ornella por una cuestión de amabilidad, en mi caso porque detesto el pan, al menos en su mayoría de variaciones con azúcar… y no me parecía coherente pedirle al francés que me comprara medio kilo de flautita. Aparte no tenía hambre. Sin embargo lo que me conmovió fue el gesto, y es por eso que desde ese momento consideré a este buen hombre como mi nuevo y efímero amigo.
Luego de eso ocurrió algo que me hizo sentir mas afecto por este desconocido.
La cola ya estaba avanzando, yo había ido hasta un kiosco a comprar una gaseosa y cuando volví le ofrecí un poco. Él la rechazo amablemente. Entonces uno de los flacos que antes estaba enfrente protestando, se acerco a la multitud a pedir monedas para viajar o algo así (creo que literalmente dijo “para viajar… o algo así”). Nadie le daba pelota hasta que llegó a la altura del francés, y este, sin inmutarse, saco de la billetera unos dos mangos y se los dio al pibe. De esta manera no solo benefició al flaco, sino que nos ahorro la excusa pelotuda e incomoda a los que no teníamos ganas de darle un sope. Es ahí cuando mi amigo el francés subió de peldaño a mártir, a ídolo… como Maradona, o el Che Guevara (le faltaba la boina). Al fin de cuentas, para él dos pesos eran como una moneda de cinco centavos que uno se encuentra tirada en la calle, y no la agarra porque le da paja agacharse.
Al fin, ya era hora. La cola avanzo rápidamente y todos fuimos ingresando al cine con las entradas en la mano. No quiero mentir, pero seriamos al menos medio millón de espectadores.
- La sala es grande – Me dijo el francés. Yo no le tenía fe y sin embargo… Sí, la verdad que era muy grande. No quiero mentir, pero probablemente casi tan grande como la cancha de Racing.
De a poco todos fueron tomando su lugar y para cuando me quise dar cuenta, el medio ya estaba ocupado. Quedaban butacas vacías adelante, muy adelante… y alguna que otra en la parte de atrás, muy atrás.
Acá es cuando el francés en un acto suicida (como todo buen mártir), comenzó a caminar decididamente hasta alguna de las tres primeras filas del cine. Ornella y yo nos detuvimos y dejamos de seguirlo. Esa sería la última vez que vería a mi nuevo amigo…
Nada podía salir peor; al fin de cuentas habíamos perdido al francés, estábamos parados en el medio del pasillo y no encontrábamos un buen asiento. Sin embargo, por suerte para nosotros, Quanchi, el chico al que había buscado en la cola, ya estaba ubicado con su hermana en unos lugares bastante estratégicos. Él me chiflo y finalmente cuando lo ubiqué, me dirigí con Ornella de la mano hasta su posición. Nos saludamos y nos presentamos a las dos chicas respectivamente. Se nos notaba a los dos la cara de felicidad por estar presentes en semejante acontecimiento. Finalmente nos sentamos en una fila que estaba algo mas atrás del medio (lo cual fue una buena elección por lo que ya podrá leer más adelante) y comenzamos a charlar de muchas cosas. Ornella aprovechó también para sacar algunas fotos.
Gaspar Noé mientras tanto daba vueltas por el cine… todavía no había salido completamente de su estado frenético… No se contentaba con ser solo el director, guionista y montajista de sus propias películas… también era el acomodador, el proyeccionista y probablemente quizás hasta había fabricado la sala del cine Gaumont con no más que sus propias manos sanguinolentas allá por el 3000 antes de Cristo.
Si eso no es ser un buen cineasta, entonces no se que es.



3 comentarios:

Mauri Kurcbard dijo...

La vi ayer, y la flashee. No sabía q era de Noe,(me la bajé por drogón, peor cunado la principio ví que decia "Gaspar" y "NOE", me clavé en la silla. Me pasó lo mismo que con Irreversible, quedé pegado a la peli.
Al final (me leí las 4 crónicas del gaumont)no me queda claro si hablaste con Gaspar.

LeN!N dijo...

Jejeje, es que te faltaron dos partes mas. Son 6 partes.

LeN!N dijo...

Las otras dos partes:
http://elmanicomioruso.blogspot.com/search?updated-min=2011-01-01T00:00:00-03:00&updated-max=2012-01-01T00:00:00-03:00&max-results=2