viernes, diciembre 17, 2010

Enter the Void en el Gaumont - Parte I

Con bombos y platillos…


Dos de diciembre del 2010. Cuando llegue a la plaza con mi acompañante y fotógrafa, Ornella, los manifestantes la habían rodeado completamente. Montones de colectivos estudiantiles cortaban el camino por Jujuy y a medida que avanzábamos las caras de la gente eran mas y mas inquietantes. De todas formas ya se estaban yendo. Sentados en el medio de la plaza algunos disfrutaban de la comida chatarra que vendían en las carpas. Ellas estaban ahí instaladas hace días, vaya a saber uno por qué motivo. “¿De que serán estas carpas?” me pregunto Ornella. No tenia ni idea.
Algunos de los carteles que plagaban la plaza frente al congreso abogaban en favor del aborto, otros en contra. Sin embargo mi misión en el lugar no estaba en indagar sobre el origen de las carpas ni la razón de estar de los manifestantes. Algunos católicos gritaban por los altoparlantes: “Sí a la vida, no al aborto”… Y pensar que una hora y media mas tarde estaría viendo en pantalla grande un aborto cinematográfico. Si los católicos lo hubieran sabido, probablemente estarían destrozando el cine Gaumont a pedazos, comiéndose miembro por miembro al francesito que venia directo del Cannes a presentar a este monstruo pelado, bigotudo y con fama de psicópata que es quizás uno de los directores de cine mas revolucionarios y autor de algunas de las obras mas revulsivas repulsivas de los últimos tiempos. Y es que yacía en él mi verdadera misión esta tarde calurosa de verano en pleno Congreso: El estreno de la nueva película de este director franco-argentino (o argento-francés ¿?), Gaspar Noé, hijo del pintor Felipe Noé: (se pueden poner dos puntos después de otros dos puntos, y si no se puede permítanme tomarme esta licencia) Esa película sobre la que tanto se hablo, al menos en ciertos circuitos que no pertenecen al mainstream, esa película llamada Enter the Void.
Había tenido la suerte de conocer un tiempo atrás a Felipe, o Yuyo para sus mas allegados (y los que desean con ansias serlo), en una exposición de la fundación Proa. Allí el buen hombre había presentado algunas de sus obras de los ‘60 en compañía de una vieja señora que se presumía crítica de arte, una de esas que creen conocer más la obra que el artista mismo. Fue muy gracioso ver las discusiones que se generaron entre los dos, o mas bien, viendo como lo que puede ser explicado, filosofado y analizado hasta puntos insólitos por un erudito de la materia, resulta nomás una anécdota o broma cruel del artista: “En este cuadro, la realidad es que se me prendió fuego… y bueno, me pareció que quedo bueno así y entonces lo presenté tal como está.” (mensaje subliminal: “Ya sabes donde te metes tus años de estudio y tu lindo titulo sobre las bellas artes, vieja snob y presuntuosa.”).
Debo admitir, quizás antes de seguir, que este ente amoral y profano que escribe se considera un seguidor bastante fiel de la obra decadente del pelado Gaspar, así que no esperen de mí una crítica objetiva de la obra… si es que alguna crítica es objetiva. Al menos a diferencia de otros sinvergüenzas del arte, que viven de la critica del trabajo ajeno porque no son lo suficientemente creativos como para hacer algo por si mismos, yo admito ya desde esta primer instancia que esta nota no debe ser tomada como una crítica de arte (de hecho cualquiera que la tome como tal, ha de ser inmediatamente fusilado) y que tampoco gano un peso por ella (aunque acepto con mucho gusto donaciones). También debo admitir, que ingerí una buena cantidad de alcohol antes de escribir este texto, que son algunas horas de la madrugada, y que sinceramente estoy algo cansado y por tanto algunos aspectos de la noticia pueden ser obviados, modificados, violados y psicológicamente alterados.
Pero volviendo con la historia. De la personalidad del padre no tenia duda alguna: Una buena persona a primera vista, entrada en los ochenta, con todo lo que esto implica; un lindo ancianito que podría ser tranquilamente mi abuelo o tu abuelo (o quizás no tu abuelo, pero si tu padre). Candido, humilde y sin vueltas. Recuerdo haberle preguntado por la película de su hijo, varios meses antes de su estreno:
- ¿Los cuadros que se ven en la última película de Gaspar son obra suya? – Unos cuadros súper psicodélicos se podían ver en el trailer que circulaba por la Internet hacia unos meses. El viejito puso cara de sorpresa, seguramente porque me había robado el micrófono para preguntar antes de que me lo arrebatara la empleada de la fundación y después de que una vieja le lamiera el culo descaradamente y sin razón mas que la de ser snob y pelotuda concheta de barrio norte (seguramente hincha de River también; y disculpe si usted es de River y no es “snob y pelotuda concheta de barrio norte” pero es bastante común entre esta gente). Además él no sabía de donde le estaba hablando; no porque ya este choto, sino porque es realmente difícil saberlo en una sala con muchas personas a oscuras. Finalmente cuando me ubicó, su cara cambio de sorpresa a una sonrisa emotiva, seguramente no es muy común que en esta clase de conferencias le pregunten mas sobre su hijo que por él. Debió haberse sentido orgulloso quizás, vaya uno a saberlo, pero esbozando esa misma sonrisa, y asintiendo con la cabeza, me confesó que sí, y después me contó como es que tras varias demandas de Gaspar para la creación de un cuadro psicodélico, él había llegado a esos resultados.
En realidad mi pregunta era encubierta y esa tan solo era una carnada, pues tiene que saber lector, que yo tanto como usted para este momento no tenia ni idea de cual era la relación entre este viejito tan amable y humilde residente en Argentina y su hijo cineasta con residencia en Francia y fama de enfant terrible. Bien podría ser que estuvieran peleados hace años y mi pregunta abriera una herida abierta e incurable. Por suerte para mi, y para todo fiel seguidor del buen Gaspar, esa sonrisa cómplice me demostró que podía pasar finalmente a mi siguiente pregunta, que era la pregunta que todos los jóvenes estudiantes de cine con algo de morbo y algo de espíritu hipster en realidad se preguntaban:
- ¿Sabe si la película de su hijo se va a estrenar en Argentina? –
Y es que Enter the Void, si bien este dos y cuatro de diciembre fue presentada de manera limitada en el cine Gaumont, en un ciclo de cine Europeo presentado por Thierre Fremaux (director general de Cannes), ha sido una película de difícil acceso y estrenada solamente en pocas salas a nivel mundial. Por esto es que para la época en que formulé estas preguntas (allá por el mes de octubre) no había siquiera un halo de esperanza de estreno alguno, limitado o no, del film de dos horas cincuenta de duración en las salas argentinas. Sin embargo yo sabia que algo de amor patrio tendría que haber quedado en el pelado de Noé, y si no era así, de alguna manera su padre tendría que ver la película… y era poco probable que le hiciera viajar hasta Francia.
- Seguramente se estrene… tarde o temprano. – Esa fue la respuesta tan incierta e inquietante del viejo Yuyo, con el quien luego me saque una foto para rememorar el momento. Es que yo quizás era para él uno más de los cholulos que lo consideran su abuelo y le hacen preguntas estúpidas… ¡Pero a mucha honra! pensé… todos saben cual es el precio que se debe pagar por ser reconocido: responder preguntas superficiales, escuchar halagos de viejas de barrio norte que si no fuera por la edad estarían algo húmedas en la zona genital y bancarse las criticas pseudo intelectuales de un tipo o tipa que se cree tu psicoanalista. ¡Amén a la fama! ¡Ja!
Y los católicos en la plaza protestando por el aborto…


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